Hipertensión en casa: Cómo un manguito de $30 puede salvar su corazón y su bolsillo
Una escena cotidiana que encierra un riesgo invisible. Una escena cotidiana que encierra un riesgo invisible. Luis tiene 55 años y trabaja instalando azulejos. Cada mañana, antes de subirse a la camioneta, pasa por su tienda favorita y ordena lo mismo de siempre: café cargado, pan dulce, un litro de refresco “para el calor”. Se siente fuerte—“nunca me enfermo”—hasta que en un chequeo de rutina la enfermera le dice que su presión es 148/92 mmHg. “¿Alta? Seguro fue el tráfico”, bromea. Ella le presta un manguito electrónico y le pide que anote sus cifras una semana. Al volver, los números no mienten: 145/90, 150/94, 142/88… La hipertensión, silenciosa y obstinada, ya toca a su puerta.